A la hora de las indefiniciones no queda otra cosa que esperar, ¿por que siento esto? Sucede que tuve una de esas peleas en las que uno se va mascullando por lo bajo: "yo se bien que estoy afuera, pero el día que yo me muera se que tendrás que llorar y llorar".
Antes de que esto suceda uno se olvida de aquellos sentimientos raros proclives a la tristeza; luego llega Némesis (léase a la esponjita para esto) y la sartén se voltea por el mango.
Total que mientras escucho a José Alfredo Jiménez ya no escribí lo que quería.
Deseaba decir algo de los diferentes aires que se da la gente en CU, por ejemplo los de filos tienen aire de entendidos, los de derecho tiene aire de prepotencia, ¿pero los economistas de que tenemos aire? No quiero arremeter contra nadie, solo diré que prácticamente he sido alumno de esas tres facultades.
O también tenía pensado escribir de lo mal y bien que me sentía por haberle roto la boca a un niño de doce años en una ceremonia de Karate (soy cinta verde).
O pensaba escribir un post reclamándole a Livi que me aconsejó abrir este blog sin pensar que poco a poco me iría metiendo en este mundo y ya hasta abrí otro dónde departiré sobre el tema de la muerte y de mi Festival de Día de Muertos.
O podría haber explicado el chiste del economista (la mano invisible es un concepto de Adam Smith que habla de una “mano invisible” que permite alcanzar el mejor objetivo posible, así cualquier interferencia por parte del gobierno será perjudicial; y la mano de obra es un concepto utilizado generalmente por el marxismo; el chiste es chistoso porque utiliza dos corrientes teóricas contrapuestas históricamente).
El caso es que no escribí nada de eso, y en cambio escribí nomás para decirle a la ingrata que no se vaya a ir muy lejos esta vez, nomás porque "tu traes el alma con la rienda suelta, ya crees que el mundo es tuyo, y hasta me das tu olvido", y si te alejas "que te vaya bonito" aunque "yo no se si tu ausencia me mate, aunque tengo mi pecho de acero", pss, total, “la vida no vale nada, comienza siempre llorando y llorando se acaba”, pss total, yo se que “sigo siendo el rey”
Antes de que esto suceda uno se olvida de aquellos sentimientos raros proclives a la tristeza; luego llega Némesis (léase a la esponjita para esto) y la sartén se voltea por el mango.
Total que mientras escucho a José Alfredo Jiménez ya no escribí lo que quería.
Deseaba decir algo de los diferentes aires que se da la gente en CU, por ejemplo los de filos tienen aire de entendidos, los de derecho tiene aire de prepotencia, ¿pero los economistas de que tenemos aire? No quiero arremeter contra nadie, solo diré que prácticamente he sido alumno de esas tres facultades.
O también tenía pensado escribir de lo mal y bien que me sentía por haberle roto la boca a un niño de doce años en una ceremonia de Karate (soy cinta verde).
O pensaba escribir un post reclamándole a Livi que me aconsejó abrir este blog sin pensar que poco a poco me iría metiendo en este mundo y ya hasta abrí otro dónde departiré sobre el tema de la muerte y de mi Festival de Día de Muertos.
O podría haber explicado el chiste del economista (la mano invisible es un concepto de Adam Smith que habla de una “mano invisible” que permite alcanzar el mejor objetivo posible, así cualquier interferencia por parte del gobierno será perjudicial; y la mano de obra es un concepto utilizado generalmente por el marxismo; el chiste es chistoso porque utiliza dos corrientes teóricas contrapuestas históricamente).
El caso es que no escribí nada de eso, y en cambio escribí nomás para decirle a la ingrata que no se vaya a ir muy lejos esta vez, nomás porque "tu traes el alma con la rienda suelta, ya crees que el mundo es tuyo, y hasta me das tu olvido", y si te alejas "que te vaya bonito" aunque "yo no se si tu ausencia me mate, aunque tengo mi pecho de acero", pss, total, “la vida no vale nada, comienza siempre llorando y llorando se acaba”, pss total, yo se que “sigo siendo el rey”
P.D 1. "Olvídate de todo, menos de mí, y vete a dónde quieras, pero llévame en ti, que al fin de tu camino comprenderás tus males, sabiendo que morimos para morir iguales"
P.D 2. ¡Ajúa!, ¡Cantinero: sírvame otra copa!
P.D. 3 Gracias todos esos lectores, esquivos pero fieles, mil gracias; y pues seguimos comentándonos