viernes, 11 de noviembre de 2011

Hacer el viaje sin mas cámara fotográfica que la consciencia

Hace cuatro años ya había escrito sobre la pobre capacidad de atención de la gente, sobre como les es difícil vivir el momento presente, hoy retomo el tema a propósito de una plática que tuve hace poco una amiga, le hablé sobre el viaje que realicé harán ya más de cinco años en el que recorrí tres zonas arqueológicas: Monte Albán en Oaxaca, Palenque en Chiapas y Chichén Itza en Yucatán, fueron apenas cinco días, llevé la mayoría de mi comida y dormí en hoteles de paso, pero además de eso me fui sin una cámara fotográfica, y aunque en aquellos años no eran tan comunes como hoy, tampoco era necesariamente complejo conseguir una aunque fuera prestada.

Cuando cuento esto a mis amigos generalmente siempre me reclaman por no haber llevado una cámara fotográfica, casi como si hubiera sido un desperdicio hacer el viaje sin poder comprobarlo; para todos ellos es casi incomprensible ir de vacaciones sin uno de estos aparatos, ya muy furris aunque sea una cámara de celular.

Tlapacoya, Estado de México

En las vacaciones de navidad de 2010 viajé otra vez a Oaxaca y Chiapas, esta vez acompañado de mi novia y volví a visitar Palenque. Cuando estábamos al pie de la sombra de una pirámide le pedí que mirara con profunda atención su entorno, luego le dije que cerrara los ojos y mentalmente recreara lo visto, que respirara tranquilamente mientras lo hacia. Esto no nos tomó ni cinco minutos, la maravilla es que si cierro los ojos y me concentro puedo evocar la humedad del bosque, los sonidos, el frío de la piedra y el calor del sol.


 

También fuimos a las Cascadas de Agua Azul, amén de los asuntos políticos y la "conservación" del lugar, constaté algo que ya había visto en otros lugares, en otros viajes, pero ahí fue una especie de confirmación. Mucha gente llegaba y se tomaba fotos con las cascadas de fondo; sí, es muy inocente la actitud, todos lo hacen: tomas la foto para compartir que estuviste ahí. Pero, ¿en verdad estuviste ahí?, me quedé un rato viendo a la gente y descubrí que el 98% llegaba, le daba la espalda a las cascadas y se tomaban la foto, ya sea ellos mismo o algún amigo lo hacía, e inmediatamente partían, seguían a otro lugar, buscando otro sitio para tomarse una foto, ¡nadie se detenía a admirar la fuerza del agua, su majestuoso tono verde azulado!

Diseños mexicas de serpientes, tipo códice

Hace poco el amigo Anwar Vazquez en twitter compartió un texto sobre fotografía que señala la poca atención que le damos a mirar una fotografía digital y tiene mucho de razón. ¿Cuántas fotos no tomamos o descargamos de internet y almacenamos?, y cuando las vemos, ¿le damos a cada una la suficiente contemplación? Ni yo hago esto, aunque cuando tomo mis fotos de Transformers para Suta, el blog pongo más atención a la hora de elegir la toma que subiré, pero no basta.

Reconstrucción del complejo de los edificios superpuestos. Teotihuacan, Estado de México

En una ocasión me encontraba dibujando la pirámide de Santa Cecilia Acatitlan, al norte de la Ciudad de México, y se me acercó un señor acompañado con un grupo de niños que tenía toda la pinta de ser una maestro de primaria, vio mi dibujo por encima de mi hombro y me dijo con sorna -'¿A ver señor ingeniero, qué esta dibujando?' Yo no lo voltee a ver por su actitud pedante, sólo le respondí muy por lo bajo que estaba tratando de dibujar la pirámide, él me dijo que lo estaba haciendo mal, que la perspectiva, que el punto de fuga... yo sólo le respondí -'Sí'

El 'Castillo'. Chichén Itzá, Yucatán

No soy ni pretendo ser un artista visual, tomé un par de cursos en el bachillerato y lo practiqué algún tiempo después, pero nada más, ¿entonces cuál era mi afán de dibujar las pirámides de las zonas arqueológicas a las que iba? Muy sencillo: conocerlas. La mirada puede ser engañada fácilmente, 'toda percepción es errónea', además estamos muy acostumbrados a recibir la realidad tal cual sin intentar ser conscientes de ella. Al dibujar las pirámides encontraba muchas dificultades para plasmarlas en papel, pues sus volúmenes por sencillos, geométricos, que parezcan tiene una profundidad y juego de espacios que no se sospechan siquiera a simple vista. 

Coatepenatli. Tula, Hidalgo

Y lo mismo, es más fácil apretar un botón y listo, vamonos, siguiente lugar, en la casa las veo, miren amigos del Facebook yo estuve ahí, y la pregunta sigue siendo la misma, ¿realmente estuviste ahí?, algo similar descubrí cuando a mis amigos les conté del Proyecto Soundtrack de mi Vida, muchos de ellos son incapaces de recordar su pasado; pero tampoco malentiendan esto como una invitación a no dejar ir las cosas, la idea no es aferrarse a lo vivido, sino estar conscientes de lo que has vivido, de otro modo ¿cómo puedes estar seguro que tú eres realmente quién crees ser?

Pequeño cuarto en el Grupo Norte. Palenque, Chiapas

Quizás en navidad me compre una cámara fotográfica, mi intención es usarla para tomar mejores fotos de mis Trasnformers y también fotos de los lugares que visito, pero les juro que no me tomaré la típica foto mira mamá yo estuve aquí (de hecho me choca tomarme esas fotos, siempre que lo he hecho es por petición de mis amigos), y también prometo que cada que apriete el obturador habré visto bien mi objeto. Yo lo invito a ser más atento de su entorno, a conocerlo profundamente, bueno, no tanto como está chica que acabó mal en las Cascadas de Agua Azul.

Escalinata de la plaza Quetzalpapalotl. Teotihuacan, Estado de México

Tengo un amigo en el trabajo que cuando le hablo de estas cosas me dice -'bueno, ¿y todo esto para qué sirve?, de qué me sirve hacer estas mamadas?' La respuesta para mi es muy sencilla: para vivir tu vida y no dejar que pase como una foto más en el gran álbum de la humanidad y el tiempo; por ahora sólo tenemos evidencia de que tenemos esta vida, esta percepción, ¿piensas desaprovecharla sin vivir una vida consciente?

Todas los dibujos que acompañan esta entrada fueron hechos por mí, como puede ver algunos no están terminados, y quizás no haga falta, sólo les diré que recuerdo cada momento en que los hice.

Anímense a hacer el viaje sin más cámara fotográfica que la consciencia, cuando mueran sus archivos .jpg no se irán con ustedes.

martes, 8 de noviembre de 2011

Parque Masayoshi Ôhira. A mis 30 años

Los últimos cinco años de mi vida los he pasado junto a un persona muy especial: mi novia, mi linda Chinita. Con ella he transitado por muchas pasajes, como sucede en cualquier relación humana, pero puedo atestiguar que hemos madurado juntos, esta es la relación más constructiva y sana que he tenido.

Por supuesto hemos pasado por diminutos capítulos de desencuentro, pero han sido los menos y puedo contarlos con los dedos de una mano y al paso de los años nuestra relación es sutilmente más profunda, como el aroma impenetrable de un bosque.
kimi nakute
makoto ni tadai no
kodachi kana.
De no estar tú,
el bosque sería
demasiado grande

Cuando cumplí 25 años hice una gran fiesta, la más grande que haya hecho, en aquel entonces ni siquiera estuvo invitada, tenía menos de un mes de haberla conocido. Para mis cumpleaños 26 y 27 no me regaló nada a pesar de que ya eramos pareja, producto de una curiosa mezcla de desentendidos, en cambio para 2008 me dio la máscara de Mictli, y para los 29 años se dio la gran apoteosis de los cumpleaños, una caja enorme repleta de regalos. Grande pues era el reto para el cumpleaños número 30, sin embargo la situación económica propició que tuviera que ser un festejo más discreto.


Fuimos al parque Masayoshi Ôhira, un inesperado lugar en la Ciudad de México pues se trata de un parque de estilo japonés, pequeño y silencioso, sorprendentemente cerca del bullicio de una de las avenidas más transitadas de esta ciudad y del metro, siempre con su enjambre de gente.

El parque tiene un falso aire oriental, pero para todo aquél que haya leído a Tanizaki sabrá apreciarlo, justamente por el moho y la pátina de sus lugares, la humedad resumante, el lago seco y olvidado y la pintura del arco envejecida por el clima.



Ver Parque Masayoshi Ahira en un mapa ampliado


Ahí mi novia me invito comida japonesa, un poco de sake y al final algo de ochan (té verde). Me regaló además una playera de The Wall y un juego de cerámica para Sake, luego fuimos a una tienda a buscar un Transformer pero no pudimos comprarlo. Ese día me sentía algo perdido, sentí que había faltado algo, no sé qué, quizás tiempo para hacer más cosas en mi cumpleaños, quizás más regalos, quizás estar en otro lugar...



Masayoshi Ôhira fue primer ministro de Nippon y aseguró la victoria de su partido con otro candidato al morir de un ataque al corazón durante su propia campaña electoral rumbo a su tercera reelección. El nombre de un hombre da nombre a un parque en un lejano país, décadas después de su existencia otro hombre va ese parque y se interesa por sus razones.



A mis tres décadas maté mis otros blogs anteriores y nació este nuevo concepto que espero viva por diez años, bueno con cinco años me conformo. Espacio personalísimo que decidí abrir al público, total, casi no hay visitas y a veces tengo que rogar a mi novia y amigos para que lo lean, la gente que llega de fuera es por las imágenes, y supongo que toma lo que quiere y se va, pero que quede como bitácora de mi vida, un archivo de recuerdos en línea, muy útil sobre todo si has decidido empezar a olvidar algunas cosas. Una vez que terminé el ejercicio de Soundtrack de mi vida he dejado ir muchas cosas, igual que cuando perdí mi edición de Rayuela cuando cumplí 26, tema que alguna vez escribiré: el blog ayuda mucho, tema escrito, tema archivado.

El tema de mi año 30 fue Golden Years de David Bowie y es que los 30 años fueron buenos en general, trabajo seguro, mi relación se formaliza, la academia marcha bien, bajé de peso, mi blog de Transformers adquiere cierta relevancia, la colección crece a un buen ritmo, etc., etc.

Cosas, posesiones, logros... y sin embargo la vieja rumia de que algo que no anda bien, o mejor dicho, que algo podría ser diferente, que todavía hay algo por cambiar dentro de mí, todavía hay áreas para madurar, lugares oscuros que barrer, miedos que reconocer y tirar al tacho de la basura... supongo que la psique humana es así. Creo que la onda es no parar, sentir, vivir, ser la impermanencia de las cosas, no atarse a una forma de percibir del mundo, lo cual no quiere decir que haya que cambiar de postura como veleta, o simplemente no tener postura. Hoy, en este mundo que se ahorca con sus propias manos es bueno recordar que el estado de las cosas no siempre será el mismo, pero no basta con eso, solo una práctica diaria del pensamiento correcto nos puede llevar por este camino.

Tiene ya un par de años que dejé de practicar Budismo, resultado de la elección entre lo urgente y lo necesario, siento dentro mi los cambios, pero también reconozco que no es algo definitivo, todo está en movimiento, por lo que hay que entregarse al vacío, igual que el tema de mi año 31. Ya veremos dijo un ciego.

En retrospectiva mi cumpleaños 30 fue maravilloso, uno puede elegir ser feliz, uno puede elegir sobre su pasado, yo elijo que ese día fue redondo. Gracias, como siempre, por todo, Chinita mía.

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