No sé si vayan a llegar los que antes venían, pero si se que tengo visitas por el Foro de Transformers Hispanos, un lugar maravilloso, que de momento anda menso, digo, tenso, pero ya vendrán buenos tiempo otra vez. Ahora si, el tema:
Cuando era profesor adjunto, en una de las tantas clases que dí (ya que el profesor siempre llegaba tarde y a veces se iba), mientras los alumnos hacían un ejercicio estadístico, uno de ellos me llamó, y dijo en voz queda:
-¿puedo hacerte una pregunta personal?
y le dije: -claro!
-¿eres Skinhead o por qué tienes el cabello rapado?
-Ah, eso, lo tengo rapado porque soy Budista
Y ahí quedó el asunto, pero recién me enteré por ahí que alguien dijo que yo era skinhead, y esa suposición la hizo con base en ver una sola vez, ese día usaba Doctors Marteens verdes, las cuales combinaban con todo mi atuendo verde. Eso y un poco de celos (?) hicieron el resto.
Para mi el cabello ha sido un tema algo presente en mi vida, y es que si lo traigo de un tamaño normal resulta que es muy feo, pues se acomoda como el de Benito Juárez, además tengo cuatro o cinco remolinos en la cabeza y eso hace que tenga que usar cantidades industriales de gel para cabello.
Así que en 1999, debido a una fuerte enfermedad respiratoria que me impedía incluso bañarme, sopena de una ataque cuasi-asmático, lo dejé crecer pues no podía salir ni a la peluquería. Tres meses bastaron para que creciera un poco, hasta que lo pude agarrar por detrás con una liga. Y así es como lo tuve cerca de dos años, hasta la mitad de la espalda; debo decir, no sin modestia, que era hermoso, muy sedoso y delgado. Pero así no iba a conseguir trabajo, y me lo corté, luego volví al feo estilo de Juárez, hasta que más adelante trabajando en el Parnaso de Coyoacán lo volví a dejar largo, no tanto como la vez pasada pero si lo suficiente.
En esos años trataba de reconstruirme, andaba como hueco, viviendo un infierno, hasta que me topé con el budismo, entonces leyendo, creciendo, instruyéndome decidí hacer un viaje iniciático, uno que me diera la libertad anhelada.
Viajé a Monte Albán, en Oaxaca me despedí de mis demonios, luego me dirigí a Palenque, ahí fue entrar a la boca del Mictlan, un rito de paso, ahí me corté y rapé el cabello, dejándo todo, liberándome.
Terminé en Chichén Itzá, ese fué el corolario, de ahí pa´lante todo es diferente en mi, algunos amigos lo pueden atestiguar, en tanto esto es solo literatura.
Y ya, eso es todo en cuanto a mi cabello, tenerlo rapado es muy cómodo, al bañarme no tengo que peinarme, pero tengo que usar bloqueador solar.
Pero el punto de que un budista se corte el cabello significa que prescinde de todas las cosas materiales, por eso no necesita una identidad, una apariencia; y aunque yo no haya logrado prescindir de todas las cosas traer el caballo rapado refrenda mi compromiso conmigo mismo, y aunque en el budismo zen no sea necesario observar esta regla ha sido mi decisión seguirla.
Aqui cuando lo tenía largo