jueves, 23 de septiembre de 2010

a mis 26 años

Ayer debí haber subido esto pero no he tenido una buena relación con el internet estos días. Les dejo el texto. Ya falta poquitito para la fiesta...




Los 26, el punto de inflexión


Rumbo a los veintiséis.
La creencia cifra su seguridad en la confianza que le otorgamos. Para que A sea igual a B (debido a sus profundas diferencias) necesito certificar la esfericidad de las cosas, porque dónde empieza el concepto termina de nuevo, encontrando conexiones con cualquier realidad que quieras postular.
El estudio y la práctica de una realidad la van creando ipso facto. Cuando yo postulo mi creencia y vivo de acuerdo a mi creencia, el mundo se transforma y adecua para mí. Pero eso no impide que entren nuevos elementos que replanteen mi postulación inicial. Entonces surge la gran prueba, la gran comprobación, la señal esperada: llueve fuego sobre la ciudad, el agua se vuelve sangre, miras tu avejentado rostro en un espejo humeante y todas esas cosas…
En realidad, en estos casos no hay gran cosa que explicar, uno se vuelve idiota y no hay vuelta de hoja. Pasas varias horas al día buscando la no-búsqueda y de pronto te quedas en medio del bosque mirando esa mirada que no se va.
Uno puede tomar decisiones, y con esas decisiones postular y vivir una realidad, transformas tu mundo de acuerdo a aquello que te has propuesto; pero, ¿qué pasa cuando rompen esa realidad y te imponen una dinámica diferente, y no solo diferente, sino antagónica?
Encuentras que tu realidad postulada es en verdad mera vanidad. Pero hay que vivir la vida de verdad, no el alejamiento a lo Nietzche, no el mito del superhombre que sólo es capaz de vivir en armonía cuando vive intocable, es mentira que Caín viviera más tranquilo después de matar a Abel. La soledad es buena cuando se vive dentro de la realidad, pero la soledad inventada y prodigada por formas exclusivas que harán de tu realidad un ente, en apariencia, perfecto, es una soledad que daña porque engaña (!).
Hejemplo:
“Tanto buscar la puerta, para al final darme cuenta que siempre estuve afuera, con ella, tomándola de la mano, mientras, al mismo tiempo, estaba dentro, perfectamente solo, compartiendo mi única soledad con ella, combinando así la perfecta libertad, alcanzando un amor tan perfecto que se desvanece apenas se toca.”
Aquí el individuo está logrando, en apariencia, la liberación del objeto que lo atormenta, aunque no hay que ser demasiado tonto para advertir que su renuncia es una no-renuncia; la aleja para no perderla, finge que puede vivir con la espina en la pata sólo porque no ha sabido reconocer a Androcles cuando este se cruzó en su camino, en su lugar prefirió devorarlo de verdad. Sin embargo, dicho sujeto no es tonto del todo, solamente que a veces se apresura a dictar verdades universales sobre asuntos inexistentes, puede ser todavía más detestable que Borges inventando Enciclopedias Falsas. A nuestro individuo le faltó darse cuenta, y agregarlo a su párrafo, que ese amor perfecto con aquel ente, es perfecto por la simple razón de que es su amor propio del que está hablando, no está hablando de recuperar o sanar el amor que, en teoría, sintió, pues al haber renunciado, sin darse cuenta, logra recuperarse de su periplo.
En este caso el individuo, o sea yo, he tenido que pasar por un proceso de confrontación con la realidad. Yo había postulado una realidad que pensaba practicar apenas comenzara a desgranarse mi vigésimo sexto cumpleaños, es decir, después de haber cumplido los veinticinco años, pero ya en esas fechas el individuo que soy yo, encontré en una mujer, que mi realidad postulada era prácticamente impostulable, no porque careciera de efecto o fuerza, sino porque quise vivir algo que no existe. El Diablo no existe, dicen algunos teólogos de bolsillo; los Teósofos le dan el valor del rival perfecto de Dios, por ser en realidad una parte de él, siendo Lucifer la encarnación de la sabiduría revelada a los hombres; Mara es la perfecta contra del Dharma y está en todas partes, siendo muy fácilmente caer con él; así podemos extender los ejemplos hasta repasar el Catálogo Razonado del Mal, pero lo que hay que hacer notar es que su presencia viene ligada a la Bondad, que logra, por contraste, preservarse. ¿Por qué decidí darle tanta importancia a ese capítulo de mi vida? Quizá porque soy un hombre que vive del arquetipo, porque he decidido forjar mi propia leyenda con base en símbolos nauseabundamente occidentales, entregándome con devoción a una lucha moralista, a una explicación de fantasía. Y claro, en pleno siglo veintiuno no se puede admitir fácilmente estas entelequias, hoy la para-ciencia te demuestra lo que quieras, sin embargo el hombre vive sus mitos, los recrea a través de la vida misma, cada situación se convierte en la dialéctica prehistórica de la lucha de la conservación de la vida, seguimos siendo tan insoportablemente torpes que es asqueroso ver la vida con los ojos desnudos. ¿Es acaso miedo a afrontar la dificultad de entender la vida?
En realidad esa mujer no puede ni siquiera suponer los atributos que le otorgue a través de la recreación de los recuerdos, porque toda recreación es una interpretación por sí misma. La niña no es ni más mala o buena, pero se dieron las circunstancias para que compusiéramos un cuadro digno de una Walpurgis Nacht, es decir que todo fue una comedia de enredos posmoderna. Todo porque en algún momento del camino alguien me mintió con que la vida se vive para sufrirla, para sentirla y todas esos atributos del bohemio, dando como resultado que sea mi alma hipersensible a las más ligeras gotas del rocío primaveral.
¿Por qué insistir en este punto desde los 22 años? Bueno, la respuesta no es fácil de explicar, sobre todo porque tiene muchos cabos desde la cual se puede atender, por lo tanto habrá de explicarse por medio de un denominador común. Primera, señalo que afectó mi salud por algún tiempo (me he acordado involuntariamente de los personajes de Joseph Sheridan Le Fanu); eso por si mismo podría ser la respuesta, pero no lo es. Segundo, porque viví bajo la forma del arquetipo, del supuesto de la vida, como si se tratara de hacer una novela de mi vida. Tercero, porque generó en una un movimiento intelectual acerca de las motivaciones que tiene el ser humano para actuar y como las decisiones implican mas riesgos de los que aparentan (como en los personajes de Théophile Gautier). Estas serían las tres razones más importantes de haber tenido tal pensamiento en mi cabeza por tantos años, pero debo resaltar que el primer punto, la depresión, está ligado íntimamente a aquella relación que tuve. Pero los dos siguientes puntos son única y exclusivamente un asunto de mi fuero interno, una intelectualidad, que se traduce y desarrolla en mi novela “El Hedor” (nunca ha visto ni verá la luz).
Explico lo anterior por dos razones, porque después de tantos años era casi una exigencia darle forma evidente a la finalización de este tema, la segunda razón es por respeto a mi pareja actual, porque de acuerdo a mi budeidad no puedo estar molestando, lastimando, o interfiriendo con un tema ajeno a ella, y no solo lo hago porque me obligue la budeidad, sino porque realmente lo deseo, porque realmente quiero darle paz a la niña de mis ojos: María.
Más allá del evidente juego etimológico-histórico-bíblico que pueden suscitar estos nombres en mi vida, y de acuerdo a la teoría de la postulación de las realidades, hoy vivo una realidad harto diferente.
Pero eso será tema de la segunda parte de este texto, parte que será escrita después de mi cumpleaños, habrá que meditar lo expuesto aquí, a saber: que la realidad puede controlarse mediante una postulación, que está postulación es delicada, porque puede engendrar errores, como lo vimos en el estudio de caso (mi caso, je!), y, por último, que esta teoría de la postulación de la realidad es parte de mi Teoría de la Acumulación Artística, pero por último, pero no por ello menos importante (last but no the least) ¿qué carajos tiene todo esto que ver con mi vida, entendida desde sus elementos tales como María, la escuela, el karate, etc., etc.?

Adendum 2010.
Nunca escribí la segunda parte de este texto, es más, olvide la Teoría de la Acumulación Artística, no se ya que se refería, ¿por qué pasó esto?, por algo sencillísimo, decidí dejarme vivir por la vida en lugar de ponerle palabras, por ese año descansé de la cabalgata intelectual y fui más vacío, como un árbol que no espera que salga el sol o que llueva, simplemente está ahí. Quien entienda estas palabras que escuche, quien no las entienda que me explique.

P.D. Huelga decir que he sido muy feliz con mi pareja, con Angie…

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