Llevo semanas de mal sueño, estoy en otro de esos períodos malos. A veces tengo noches largas, despertando a cada rato; a veces noches cortas de sueño profundo, pero sin descanso. Y era de esperarse: anoche soñé contigo.
No lo voy a negar, me sentí culpable, aunque, no es la primera vez que apareces en mis sueños, pero siempre había sido una aparición fugaz, acaso una insinuación, un borrón en medio del marasmo; aunque es más frecuente que sueñe con las calles en las que vivías, o con el largo viaje nocturno que hacía por Periférico para regresar a casa.
En el sueño iba caminando con mi esposa y mis padres, entrabamos a un mercado y ahí estabas. El sueño no precisa como es que te acompañábamos a tu casa, sólo sé que ahí fuimos recibidos y luego tú y yo salimos a caminar.
No sé porque las calles de tu casa se quedaron en mí, las he soñado varias veces, casi siempre como eran de noche; por supuesto no son las mismas, hay cambios, variaciones y se mezclan con otras tomas de noche de calles que recuerdo: un paraje de Chilpancingo, Guerrero, pasajes de la casa de mis padres, caminos de la casa de mi infancia... pero dominan las calles empinadas y serpenteantes del alto cerro en que vivías.
Siempre salí muy noche de tu casa, apenas a tiempo para tomar los últimos camiones del transporte público y muchas veces tuve que bajar corriendo para alcanzarlos. Pero en mi sueño caminábamos tranquilamente, la noche no era esa celda silenciosa que a veces es, no había una amenaza agazapada en cada esquina. Todo lo contrario, era una noche tranquila, de cine, con colores resaltados, con luces en bokeh. Yo sabía que era más de las once de la noche, pero aún había gente en las calles.
Platicábamos mucho, pero no sé de qué, no lo recuerdo. Sólo sé que a ratos me sentía culpable, pensando en mi esposa dormida a mi lado y yo soñando contigo; también me sentía preocupado, pensando en mis padres, porque dentro del sueño ellos se habían quedado en tu casa y yo estaba yéndome, caminando a donde tomaría el último camión que atravesaría la noche del DF.
Se me pasa decir que en mi sueño estaba lloviendo un poco, quizás porque mientras dormía realmente estaba lloviendo y el sonido de la lluvia entró hasta mi sueño. Finalmente llegábamos a donde tenía que pasar el camión que me llevaría lejos, y llegó pronto, pero no nos despedimos, sólo sonreímos. Ya pasaría otro.
En silencio nos miramos y sonreímos. Entonces entendí lo que estaba pasando, no estaba soñando contigo, estaba soñando conmigo a mis dieciocho años.
Al menos los últimos dos años he estado sintiéndome mal, y eso cansa; por eso fue bonito verte, me recordaste una parte de lo que yo fui; recordé lo que puedo hacer, lo que puedo lograr; me recordaste que no siempre he sido esta persona débil, asustada y enojada.
En este último párrafo, me permití una digresión: estoy hablando conmigo mismo.
Cuando desperté, supe quién quién había ganado el concurso de cambio de nombre del blog: mi amiga Belinda (del Parnaso, y quién, paradójicamente, no bebe cerveza), con el tema 'Dobles Dieciocho'. Gracias a todos los que participaron, para todos ellos habrá paletas payaso o gomitas con vodka, no sé todavía.
No lo voy a negar, me sentí culpable, aunque, no es la primera vez que apareces en mis sueños, pero siempre había sido una aparición fugaz, acaso una insinuación, un borrón en medio del marasmo; aunque es más frecuente que sueñe con las calles en las que vivías, o con el largo viaje nocturno que hacía por Periférico para regresar a casa.
En el sueño iba caminando con mi esposa y mis padres, entrabamos a un mercado y ahí estabas. El sueño no precisa como es que te acompañábamos a tu casa, sólo sé que ahí fuimos recibidos y luego tú y yo salimos a caminar.
Grabado de Luisa Estrada. Cerro del judío. 2013 |
No sé porque las calles de tu casa se quedaron en mí, las he soñado varias veces, casi siempre como eran de noche; por supuesto no son las mismas, hay cambios, variaciones y se mezclan con otras tomas de noche de calles que recuerdo: un paraje de Chilpancingo, Guerrero, pasajes de la casa de mis padres, caminos de la casa de mi infancia... pero dominan las calles empinadas y serpenteantes del alto cerro en que vivías.
Siempre salí muy noche de tu casa, apenas a tiempo para tomar los últimos camiones del transporte público y muchas veces tuve que bajar corriendo para alcanzarlos. Pero en mi sueño caminábamos tranquilamente, la noche no era esa celda silenciosa que a veces es, no había una amenaza agazapada en cada esquina. Todo lo contrario, era una noche tranquila, de cine, con colores resaltados, con luces en bokeh. Yo sabía que era más de las once de la noche, pero aún había gente en las calles.
Platicábamos mucho, pero no sé de qué, no lo recuerdo. Sólo sé que a ratos me sentía culpable, pensando en mi esposa dormida a mi lado y yo soñando contigo; también me sentía preocupado, pensando en mis padres, porque dentro del sueño ellos se habían quedado en tu casa y yo estaba yéndome, caminando a donde tomaría el último camión que atravesaría la noche del DF.
Se me pasa decir que en mi sueño estaba lloviendo un poco, quizás porque mientras dormía realmente estaba lloviendo y el sonido de la lluvia entró hasta mi sueño. Finalmente llegábamos a donde tenía que pasar el camión que me llevaría lejos, y llegó pronto, pero no nos despedimos, sólo sonreímos. Ya pasaría otro.
En silencio nos miramos y sonreímos. Entonces entendí lo que estaba pasando, no estaba soñando contigo, estaba soñando conmigo a mis dieciocho años.
Al menos los últimos dos años he estado sintiéndome mal, y eso cansa; por eso fue bonito verte, me recordaste una parte de lo que yo fui; recordé lo que puedo hacer, lo que puedo lograr; me recordaste que no siempre he sido esta persona débil, asustada y enojada.
En este último párrafo, me permití una digresión: estoy hablando conmigo mismo.
Cuando desperté, supe quién quién había ganado el concurso de cambio de nombre del blog: mi amiga Belinda (del Parnaso, y quién, paradójicamente, no bebe cerveza), con el tema 'Dobles Dieciocho'. Gracias a todos los que participaron, para todos ellos habrá paletas payaso o gomitas con vodka, no sé todavía.