Una tarde desocupada en el trabajo descubrí la trágica historia de Omayra Sánchez, además de la impactante foto, leer los detalles de su lenta muerte me dejaron aturdido, hay como una suspensión del tiempo después de conocer la historia. Es imposible siquiera no humedecer un poco la mirada; esto que encontré en otro día desocupado, me es igual, o acaso más terrible.
El pasado 16 de abril un terremoto en escala de 7.8 afectó la costa de Ecuador. Según leí en distintos medios, gracias a que no tenían desarrollada la Protección Civil, más laxas normas en la construcción, y la ausencia de grandes sismos en el pasado sumaron para crear una horrible tragedia.
The last embrace, Bangladesh |
Días después encontré una nota en La Jornada que en el título hablaba sobre el rescate de tres personas, y entré a leerla, con la idea de encontrar algo esperanzador; en cambio, me topé con un horror. No pude dejar de leer, quedé absorto y sólo al final de las descripciones pude detenerme, cerré los ojos un momento, me levanté de mi lugar y salí a dar una vuelta buscando algo de aire. Aquí está el fragmento.
Una de las personas que fueron extraídas debajo de toneladas de escombros el martes, únicamente identificada como Yadira, dijo desde una camilla del hospital de Manta que "era una cosa tan difícil... los días se hicieron una eternidad, pensé que por lo menos había pasado enterrada un mes".
Añadió que cerca de donde estaba había al menos 20 personas y tenían "desesperación porque todo el mundo nos estábamos quedando sin oxígeno; (por desesperación) un hombre abrió un esmalte para que nos muriéramos asfixiados".
Otra de las sobrevivientes, Kathy, recordó en el mismo hospital que se daba ánimo cantando alabanzas a Dios "pero ellos me pedían ayuda, niños me pedían ayuda, pero no podía hacer nada. Junto a mí a había dos, pero ya no aguantaban más".
"Los niños se volvían como locos, me mordían, un niño me metía las uñas y un señor mató a la mujer de la desesperación", añadió con la voz entrecortada.
Otro de los rescatados, identificado como Líber, aseveró que vio morir a su esposa. "Ella estaba (con vida) hasta cuando empezó el segundo temblor, estaba feliz porque escuchó a los rescatistas, me dijo que yo me salvara para que cuide a mi hijo, ella me dijo que me virara, me abrazó, me besó y ahí murió. Antes de morir, me dijo que siempre me amó".
Sí, ya sé que habrá quién diga 'pftt, ¿nomás por eso te pasmas?, ni aguantas nada!', será que visualicé con nitidez el horror, será que al leer imaginé los dientes de los niños que conozco, que son mi familia, mordiéndome, desesperados de no poder salir, de no poder morir...
Desde el 85 en el DeFe ha crecido la cultura de la Protección Civil, aunque hay mucha gente que se lo toma a chacota y, a pesar de los múltiples simulacros, todavía no entiende el punto. En el edificio donde vivo, apenas suena la alarma, mucha gente sale corriendo, aún calzando chanclas. No lo hagan, por favor, no sólo se ponen en riesgo a ustedes, sino a todo el edificio.
Para terminar el post, les dejo el adelanto de la película 7:19, protagonizada por Demián Bichir. Yo no sé si me atreva a verla.