2000.
Himno Zapatista
Yo no soy zapatista, nunca lo fui y no creo serlo alguna vez, pero por supuesto que en su momento me entusiasmé y es imposible para mí no guardar cierta simpatía por los indígenas metidos en eso, las bases, pues. Entonces, ¿qué hace el himno zapatista en el Soundtrack de mi vida? Fue por un episodio que viví, quizás por ahí de principios del año 2000, ahora mismo no recuerdo, y por increíble que parezca no aparece información en internet, y es curioso porque la nota salió en varios periódicos.
Sin duda el 99 fue el año de la huelga, por supuesto no niego mi participación durante los nueve meses que esta duró, y no, no voy a entrar a temas polémicos, sólo aclararé que la canción de ese año fue seleccionada principalmente por una changuita que me traía de un ala, pero vamos, no es el tema por ahora.
El caso es que había un chico que pertenecía al Frente Zapatista de Liberación Nacional, algo así como las representaciones locales del EZLN, hoy son llamados Caracoles y creo que ya no quedan más que en Chiapas. Este chico era estudiante de la UNAM, pertenecía al CGH y tenía esposa y dos niños, vivía en Tlahuac o Xochimilco, en una comunidad agrícola. Un día, durante la huelga, al llegar a CU lo atropellaron y murió; nunca se supo si fue intencional o un simple accidente.
Fui junto con mi gran amigo y su madre al funeral de este chico. Creo que alguna vez quise escribir la experiencia, pero ninguna palabra hace justicia a lo que vi ese día. Lejos de todo discurso, lejos de toda línea teórica vi un grupo de personas llorando a un ser que había luchado por la Justicia y la Dignidad, no en discurso, sino en lo inmediato, con una mano en la milpa y otra en las letras de un libro.
Ese momento en que bajan la tapa del ataúd y no queda más que enfrentar la nada y de pronto, sin previo acuerdo comenzaron a entonar el himno zapatista, voces quebradas de indios, afuera empezó a llover, nadie ocultó las lagrimas de sus ojos.
El caso es que había un chico que pertenecía al Frente Zapatista de Liberación Nacional, algo así como las representaciones locales del EZLN, hoy son llamados Caracoles y creo que ya no quedan más que en Chiapas. Este chico era estudiante de la UNAM, pertenecía al CGH y tenía esposa y dos niños, vivía en Tlahuac o Xochimilco, en una comunidad agrícola. Un día, durante la huelga, al llegar a CU lo atropellaron y murió; nunca se supo si fue intencional o un simple accidente.
Fui junto con mi gran amigo y su madre al funeral de este chico. Creo que alguna vez quise escribir la experiencia, pero ninguna palabra hace justicia a lo que vi ese día. Lejos de todo discurso, lejos de toda línea teórica vi un grupo de personas llorando a un ser que había luchado por la Justicia y la Dignidad, no en discurso, sino en lo inmediato, con una mano en la milpa y otra en las letras de un libro.
Ese momento en que bajan la tapa del ataúd y no queda más que enfrentar la nada y de pronto, sin previo acuerdo comenzaron a entonar el himno zapatista, voces quebradas de indios, afuera empezó a llover, nadie ocultó las lagrimas de sus ojos.
Cuando terminó la huelga un grupo de amigos nos fuimos a Acapulco, ¿a celebrar? No, fuimos a trabajar a una comunidad que se llama Chautenco, está muy cerca de Pinotepa Nacional, Oaxaca. La idea era saber que es el trabajo real del campo, por supuesto no fue ni mi primera, ni mi ultima vez. En parte lo hice como homenaje.
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