miércoles, 23 de mayo de 2018

Silencio


Desde hace un par de años prácticamente dejé de opinar en las redes sociales; mi TL en Twitter casi sólo doy RT; en Facebook me limité a compartir mis fotos de Instagram, que están compuestas de paisajes, flores y las figuras que colecciono.

Pero no me retiré, seguí leyendo a mucha gente, en Twitter estreché las cuentas que sigo, silencié algunos contactos y eliminé opinadores bárbaricos; durante la emergencia del #19s encontré muchas cuentas interesantes, la mayoría de mujeres feministas comunistas, sí, sé que suena a chiste, pero me identifiqué y radicalicé mis RT.

Tampoco apagué el switch de Facebook, pero mandé a muchos 'amigos' a la lista de contactos restringuidos y otros que ahí estaban los traje de vuelta a mi TL principal; sigo a poca gente y aumenté los feeds de noticias y sitios de mi interés.


Dejé de escribir por la oscura sospecha de que ya todo está dicho, por no querer llenar al mundo de pensamientos chatarra, las personas suelen cometer el pecado de la sinécdoque (falacias de composición y división, o falacia del mal uso de una generalización, "secundum quid") toman el todo por la parte, ven una imagen, un meme, una oración e inmediatamente tejen con su prejuicio una respuesta. Generalmente la gente vive convencida de sus cosas, y no ceden a otro punto de vista, no conciben otras realidades; al final, el diálogo es un animal mitológico que, aparentemente, sólo conocieron los griegos.

Además, nunca he sido bueno opinando a bote pronto, prefiero dedicar un tiempo a desarrollar mi postura, a leer un poco, a ver que opinan los demás, cómo ven el tema, desde que perspectivas lo abordan, busco, ante todo, la empatía, el saber que sucede del otro lado. He encontrado gente que tiene opiniones bastante logradas, cimentadas, instruidas, que son capaces de desarrollar una argumentación plausible en muy poco tiempo, en cierto modo me gustaría poder expresarme de ese modo, y por otro lado, creo que no tendría el tiempo, ni las fuerzas, para mantener el ritmo de la opinión.


Pero además, la gente es muy celosa de su pensamiento, pareciera que a la postre, todo discurso no deja de ser una auto afirmación, un auto convencimiento, y un día me pregunté, ¿vale la pena hablar, denunciar, increpar, señalar, buscar el diálogo o solamente quedaba callar ante las falacias y el odio?

En aquel entonces concluí que sí valía la pena, que no hay que dejar que crezca la masa de odio, de barbarie y discriminación; que no sólo es justo, sino necesario señalar las cosas con su nombre. Y aunque muy poca gente me sigue en las redes sociales o el blog, consideré inevitable mantener la queja, sobre todo luego de leer el artículo "La domesticación del no te quejes"; callarse sería rendirse al estado de las cosas.


Y, sin embargo, no cambié sustancialmente mi conducta, porque decidí que mi papel no era el del altoparlante. Igual no hablé, pero retransmití algún mensaje aquí y allá, le abrí camino al análisis, ideas o sentimientos que me parecieron pertinentes. El tiempo no es intercambiable y por eso preferí pasarlo con mi familia y no urgirme a "crear"; y me concentré en el trabajo, en correr, en cocinar.

¿Es esto la superioridad moral hablando desde mi privilegio?, "yo ya le entendí al mundo y no necesito explicarles, háganse bolas ustedes solos" No, quizá no, ¿pero cómo poder saber con certeza estas cosas? No sé desde donde les hablo, no sé si esto fue una especie de satori, o simplemente es la depresión (desde mi diagnóstico de diabetes la padezco y va y viene como la marea) que languidece todo esfuerzo, toda intentona de expresión.

Llevaba algún tiempo queriendo escribir esto, pero renunciaba cada tanto porque no dejaba de parecerme una contradicción, una traición, escribir para decir que no quiero escribir no deja de parecerme una falacia, un capricho, una manera burda de llamar la atención.

También queda la posibilidad que la denuncia, que la confesión, valga para conjurar este silencio.






Falacias de composición y división: Cuando se atribuye a un conjunto cosas que solamente son ciertas en las partes. Es llegar a decir que como todos los componentes son buenos (o malos), el conjunto ha de ser bueno (o malo)

Falacia del mal uso de una generalización, "secundum quid". Cuando se infiere una conclusión general a partir de una prueba insuficiente.​ Es una generalización apresurada.

Sinécdoque. Figura retórica de pensamiento que consiste en designar una cosa con el nombre de otra con la que existe una relación de inclusión, por lo que puede utilizarse, básicamente, el nombre del todo por la parte o la parte por el todo.

Satori. Término japonés que designa la iluminación en el budismo zen.



Derivado de lo que explico arriba tenía poco más de un año que no publicaba nada en este blog, y por poco el de Transformers se queda igual. Tengo una lista de mil borradores, hace poco la revisé y encontré varios post sorprendentemente casi terminados, digo esto porque tenía la impresión que no había escrito mucho. Supongo que este es el regreso del blog, así que ya los iré publicando poco a poco.



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