lunes, 28 de marzo de 2016

Las viejas y olvidadas revistas

Hace unas días pasé una noche en casa de mis padres, después de tres años de haberme ido y resultó extrañamente familiar, sin embargo, noté la ausencia de mis cosas para pasar el tiempo. El librero familiar quedó prácticamente vacío desde que me llevé todos mis libros, aunque conserva algunos prestados a mis padres, u olvidados a propósito, también habitan en los estantes varias revistas viejas, dejadas para no hacer pesar más las cajas de la mudanza.


Revisé las revistas olvidadas y encontré varios números de La Jornada Semanal; el que ahora es un suplemento entre las páginas del domingo, en los noventa todavía fue una revista. Aunque nunca llegó al glamour en impresión de otras revistas, como la Domingo Siete de El Universal, pero mantuvo cierta autoridad intelectual en su sencilla factura.


Lo primero que busqué fue la última hoja, en ella, Jis acostumbró publicar toda una plana, dedicada a su humor zenpachecomamilón, en la que pareciera le dieron bastante libertad. Hay algunas páginas que son abigarradas construcciones, de tinta y trazo, de concepto y ceguera, sin dialogo alguno, seguramente sólo aptas para ciertos iniciados; o de plano Jis simplemente soltó la muñeca para rellenar una hoja. Nunca lo sabremos.



Pero luego empecé a hojearla la revista, y encontré una serie de artículos que me parecieron muy interesantes, pero apenas empezada la lectura, quería seguir hojeando, y no porque el texto fuera malo, sino porque quería saber que otras sorpresas reposaba entre sus olvidadas páginas. Al final decidí traerme todas los números que encontré en casa de mis padres de La Jornada Semanal, ahora los tengo aquí, y poco a poco, voy conociendo esos textos que en otro momento ignoré.


Unos días después, pensé en todas las revistas que guardo, y no son pocas, pero tampoco son tantas como quisiera poder guardar. Pensé también en la ingratitud de escribir para el periódico, en la infausta tarea de crear un texto que transmita, que comunique un suceso, y como este debe ser escrito sin miramientos, sin ansias de trascender, para ser impreso, olvidado y superado por el número de mañana.


La revista está a medio camino entre el libro y el diario, y su labor puede ser ingrata, porque quizás está destinada a ser superada, olvidada, por el siguiente número, pero creo que puede apostar a detenerse en el borde, a salvarse de la pila del papel para reciclar. Pareciera que la revista juega a tener más trascendencia, se agarra con sus manitas y se resiste a caer por el borde del olvido.


Guardo varias revistas viejas, algunos suplementos gratuitos de la estancias culturales, revistas universitarias, por ejemplo, la Punto de Partida, en la que siempre quise ver publicado algo mío, pero nunca lo logré. Quizás por eso las conservo, por la mera esperanza de un sueño perdido. Aunque en alguna ocasión, en 1998, entregué varios cuentos míos para que se publicaran en una revista literaria de algún estado del país, no recuerdo cual; quién sabe, quizás por ahí debe haber un cuento, a lo mejor alguien guarda aún un número, y por ahí mi texto cede a la relectura.


Nunca he podido publicar algo en un revista (más allá de los entusiastas esfuerzos independientes), quizás por eso mantengo desde hace más de diez años este blog, contentándome con la auto publicación. En una ocasión, un amigo coleccionista de Transformers, que también es editor en una importante casa, convocó a gente para escribir en un revista pop; me faltó valor para proponerme, sé, por él, que publicar continuamente en una revista no es un trabajó baladí, pero también sé, que podría resultar muy gratificante. Pero, quien sabe, ars longa, vita brevis...


No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Muchas gracias por comentar.

LinkWithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...