Pero ese tampoco es el problema principal, aunque mi deliciosa lectura de Manuscrito encontrado en Zaragoza de Jan Potocki (que se pronuncia algo así como Potoski) sea muy interesante, se pierde la atmósfera de la España pre-romántica, y los antiguos y oscuros musulmanes terminan hablando acompañados por una de esas tonadas que, según sé, les llaman pasito duranguense.
Pero eso tampoco es el problema, el verdadero problema es que los desdichados vendedores no tienen la mas mínima idea de lo que significa ecualizar un aparato de sonido, una labor que no resulta realmente complicada. ¿Qué problema existe en darse cuenta que tanto lo absolutamente grave, como lo totalmente agudo, molesta y lastima al escuchar?, ¿Qué problema existe en darse cuenta que la canción se deforma terriblemente? De por sí la mayoría de las veces promocionan música mediocre, además la vuelven físicamente ofensiva.
Por supuesto las autoridades nada pueden resolver, queda, como siempre, en nuestras manos. Propongo que portar una tijeras, sin punta pero con buen filo; los adherentes a esta campaña deberán cortar, furtivamente, los cables de las bocinas, de tal manera que obstruyamos su labor; revelando de esta forma el profundo malestar social.
Yo lo intenté, pero me falló el tino y terminé cortando media manga de la camisa de un señor muy serio, por suerte el metro iba demasiado lleno y nadie percato mi acción.
En fin señoras y señores, invoco a su prudencia para que se unan a este movimiento.