Estás dormido pero unos esquivos e indefinidos ruidos te despiertan suavemente, confundido te levantas y husmeas en la oscuridad. Llegas a la puerta de entrada y miras por el ojo de pescado: el pasillo está lleno de grandes muñecas de cartón. Quedas absorbido, no sabes cuantos minutos llevas mirando sin poder despegarte de la puerta y, lentamente, como escurriendo, como en un sueño, empiezan a moverse.
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No me gustan las muñecas cuando se mueven y menos cuando se mueven hacia mi.
ResponderBorrarA mi tampoco, de ahí mis pesadillas...
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