martes, 21 de septiembre de 2010

A mis 25 años

No debería hacerlo, pero recomiendo muchísimo la lectura de este texto, es algo grande pero muy bueno. Puedo decir que en ese entonces logré un avance sustancial, puedo decir que entonces empecé a dejarme vivir por las cosas en lugar de padecerlas. Ahí se terminó un cáncer de vida que me duró un par de años.


Mi vida a los 25

La vida es meramente circunstancial, es una serie de hechos concatenados, unidos por la frágil consistencia de la causalidad y de la casualidad, desarrollándose estas, en un contrapunto impetuoso, subiendo o bajando del registro, pero en el fondo siempre vamos a tener la misma cantidad de notas musicales.
Somos la acumulación de los hechos que hemos vividos, no somos los hechos, no somos el fermento de las emociones guardadas, no, somos el compilado de las circunstancias, somos un detalle mas de un mosaico, el mosaico obviamente es la humanidad. Un fractal, ahí estamos. De ahí que la literatura no sea mas que una acumulación de hechos, la hilación de situaciones que forman un tapiz, un recuento del mundo, un recuento, una descripción del mundo, la mejor literatura es la que combina con armonía, con credibilidad, los hechos, la mejor literatura es la que sabe usar el símbolo, el todo por la parte, la pequeña pieza del mosaico, una imagen interesante del fractal. Hablemos de una teoría de la acumulación, como una teoría del arte.
Seguramente ya otros lo habrán dicho.
¿Qué será mejor, vivir con inocencia o con el pleno conocimiento de las cosas?
La dialéctica histórica explicaría que no, que esto no es posible, yo creo que las circunstancias son las mismas hasta ahora, después del socialismo podríamos hablar de la desaparición de los dados y su restringido abanico de posibilidades, hasta ahora, historia de dos mundos, de dos bandos, explotados y explotadores, gobierno y pueblo. No olvidar el mito del eterno retorno, no olvidar Ulises arquetipo mundial, (propuesta para mural de Ulises mundiales: Ce Acatl Topiltzin Quetzalcoatl, et al -realizar identificación-)
Pero esto no encierra tristeza, me hermana, soy un hombre de Baviera en el siglo XVIII, soy un gaucho en el siglo XVI, soy un griego, estuve en la diáspora, soy un ronin, soy una esclava, soy un triste egipcio, musulmán morí, soy tú)
Creo arañar el estado de totalidad, al menos el conocimiento de la cabal posibilidad de su existencia. Ya era hora de saberlo. Todos lo saben, algunos lo enfrentan de otro modo, se enamoran de otra mujer, se suicidan, se cambian de trabajo, los menos lucidos cambian de peinado; pero todos sabemos esto, tu lo sabías ya.
Después de tantos años, y seguir con la misma señal, seguir con la oración en la boca. Esperar agazapado el gran salto hacia la otredad, hacia el fin de los tiempos, hasta llegar a la cumbre. Felicidades muchacho, que bien has hecho tu trabajo, que bien has cumplido con todo lo que te fue encomendado. Favor de pasar a recoger su documentación en la ventanilla doce, en la ventanilla trece recoge su personalidad, en la ventanilla dieciséis le entregan su rostro, en la puerta le dan su pastelito y en el patio lo están esperando para ahorcarlo y convertirlo en abono, abono para los perros, abono para. Basta, no sigas.
¿Cuantas veces no se habrá caído ya en la connotada lista de los sarcasmos?, ¿realmente hay la necesidad de ser hirientes, sobre todo en la literatura? Pues si, ahí está la gran excusa: levantar el grito sordo, pero grito al fin, dirán muchos.
Esqueeslanecesidaddelas(u)ociedadqueseelevaparaliberaralserhumano. Basta de patéticos jugos con remolacha de hace cien años, recontradigeridos por el respetable.
¿Dónde, pues, está la vida? Finalmente, ¿qué necesidad hay de cortar hojas y triturarlas para hacer un poco de bálsamo y adiós gripa? ¿Para qué tanta aspirina y declaraciones, miradas desviadas, canciones de cómo te extraño, para qué tanta doloroso recuerdo, para qué nos sirve la harina, para qué el azúcar glass, para qué la gente, para qué te amo?
A veces, en medio de la madrugada, en medio de una larga y ancha carretera, avanza un carro, una caravana de carros. Es la muerte.
¿Qué trascendencia puede tener el desayuno de un hombre comparado a la muerte producida en una guerra?
¿Por qué nos encapsulamos en el instante de nuestras vidas?, ¿porqué empujamos al de al lado?, ¿para qué escoger pan azúcar glass y no pan hojaldre.
¿Para que tanta inútil renuncia?, yo pasé años despidiéndome de una mujer, cuando en realidad no era necesario tanta renuncia, tanto rito y viaje de eterno retorno. Tanta noche sagrada, y lágrimas de claveles, tanta soledad de piedra lisa, y tanta melancolía de lenta canción, de nota acariciada sobre la cuerda de la guitarra, tanta desesperación y versos confundidos. En el fondo no había luces prendidas, ni pedazos de mi corazón. Tanto buscar la puerta, para al final darme cuenta que siempre estuve afuera, con ella, tomándola de la mano, mientras, al mismo tiempo, estaba dentro, perfectamente solo, compartiendo mi única soledad con ella, combinando así la perfecta libertad, alcanzando un amor tan perfecto que se desvanece apenas se toca.
Tigre de dientes de porcelana, Cenote sagrado de los mayas, agua verde que asciende. Basurero de mercado, lleno de aire insoportablemente dulce. Visión de la avenida mientras la cruzamos, con un automóvil acercándose a lo lejos. La música que tocó un negro una noche perdida en un Baltimore que ha cancelado el tiempo. Las banquetas se pintan de nuevo, se compran muebles nuevos, las mascotas se mueren, igual que los abuelos, los vidrios se rompen y se compran nuevos, pero jamás barremos las esquinas de la casa. A veces se cuela un objeto viejo, a veces guardamos gomas de otros años; yo tengo cucharas de mi infancia. Agregamos un valor al valor de uso y al valor de cambio, le agregamos el valor del pasado. Por eso están los bellos museos. ¿Nunca has tenido la certeza de estar viendo algo que fue tuyo?, ¿nunca te has encontrado en viejas fotos o pinturas?
La noche es plena, llena de estrellas, yo no duermo, no duermo ahora. El procesador de palabras deja caer, desde un impulso eléctrico, cada una de las letras que escribo. Tú duermes, duermes cubierto por cobijas, tu cuerpo se entibia lentamente, adquiere la calma, y la mente divaga sola, andas solo o sola. Tu cuerpo yace en diferentes posturas tan bellamente armónicas, tan dulcemente suaves. Tus brazos exangües se olvidan de todo, las piernas se recogen cariñosamente y tus labios son el resumen de todo cuanto hay.
La vida ya no me encandila ni me sujeta, ni me increpa ni me acaricia. Para mi A es distinto de B porque son profundamente iguales, y en esencia son lo mismo; y tampoco hablo de la fuerza de atracción de los antagónicos, tampoco es eso. ¿Entonces ya encontré la verdad suprema?, ¿sospechas que encontré el Aleph en una perdida y olvidada calle de Taxco? Pues no, la verdad suprema es igual al agua tibia o al hilo negro: la quintaesencia del Ulises Universal.
La tierra perdida, el paraíso perdido a lo Milton, Ítaca, Tlillan Tlapallan, Cibola, las tribus perdidas, Mu. Habitados de Cinocéfalos, endriagos, la Polis llena de Tótems, cerdos que son bebés que son cerdos, los gatos son quesos que se difuminan en el aire, dejando sólo la sonrisa, y una lenta, clara evocación de todo cuanto fuimos. Como si en ese instante, ese día de nuestras vidas en que cumplimos años no sintiéramos, aunque de lejos, una lenta, clara alquimia de las cosas y los besos. Cada abrazo viene y te planta, te certifica, te declara y te da sustancia.
Ya en la noche, adiós Paraíso; la Atlántida se cubre nuevamente de aguas, los ángeles, con su verticalidad flamígera y sus cien ojos, nos condenan nuevamente al olvido. Los regalos se imponen a tu realidad cotidiana, ceden y se entregan a tu propiedad, ahora ya son tuyos. Ya no son regalos, son monolitos o casas de alfileres, son cosas, son abandonos y las estrellas se llenan de lejanía. Una vez más, otra vez más, todo apunta a salvar otro año. En el año que viene morirán personas, morirán joyas y dientes luminiscentes, morirán de esperanza los amores de siempre, que se reservan lo mejor para la posteridad, para el recuerdo, ahí donde el tiempo borra sonrisas, o corrige malestares. Otra vez nos olvidamos de todo, se antecede la inmortalidad a nuestros sueños. Sabemos que el año nuevo está avanzando, sabemos que estamos agotando otro tiempo, otra vez la tierra va a girar un ciclo completo, y otra vez nos condenamos a la inmovilidad, volvemos a nuestros pedestales de fugaces insinuaciones, nos acobardamos frente a la rapidez del sol y olvidamos que los días se mueven, olvidamos que también la tierra respira y se mueve, olvidamos el abigarrado arborescente fluir del tiempo. Cada día anula al otro, no acumulamos, o mejor dicho acumulamos en sentido contrarío, es decir, hacemos una acumulación del despojo. Nos aferramos por determinar nuestras vidas en el sentido de un yo, de un tiempo definido, estuche de cristal, definido resuello de reloj.
A veces llueve, a veces sudas, a veces lloras, y ¡Oh, cómo es delicioso consagrarnos a la fuente de nuestras nervaduras!, ¡con qué delicia nos retorcemos en nuestros problemas, cuánto placer nos da ver nuestros pies atados, la boca molida a golpes y las uñas de las manos arrancados con salvaje virtuosismo!
Estas palabras mías, estas las grandes palabras de los veinticinco años, del cuarto de siglo, de 3 quinternos, de cinco al cuadrado, estas la palabras hueras, estas las vacilaciones de un pie de lenta iguana, estas las sombras impermanentes de la gente que viaja en metro, estas las arrugas de una sabana. Este collar de lenguas de jaguar, esta enramada de silex y cuadras, este mapa transparente es la punta del filoso auge de mi vida.
¿Cómo expresar la nada?, ¿a cambio de que puedo mostrar el vitral de mis alas de fantástica falena?, ¿quién otorgará veracidad a mi sapiencia de iguana?, ¿cómo demostrar mi sosiego de murciélago?, ¿quién sabrá del maravilloso milagro de mi corazón que es como una vieja piedra, tallada por artesanos, o quizá magos, que yace abandonada en medio de la selva, y que por un prodigio que no alcanzo, y acaso no busco, comprender, se ha llenado de agua de lluvia, despertando en ese minúsculo espacio de obsidiana líquida, la vida de unos diminutos peces, llevando la existencia de la no existencia?
Mi vida, mi vida es un cielo azulísimo, es un cielo de Oaxaca, que lleno de nubes pasa el viento, dejando jirones, redondos jirones, esparciendo en el cielo matutinas lunas diminutas.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Muchas gracias por comentar.

LinkWithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...