lunes, 6 de septiembre de 2010

14 de febrero

Las cosas que llega uno a pergeñar cuando se es joven:


Maravillosas nalgas y espeluznantes escotes que escurren senos turgentes, tan suaves, como la bolsa que lleva cadáveres ya putridos a la morgue en plena media noche. De estos senos el perfume es terrible formol, y cada pierna de mujer atolondrada es un pescado largo que empieza a tener un hedor salado y oleaginoso, los labios son caracolas que hierven en sus besos la carne muerta de sus habitantes, y el hombre, ¡el hombre!, el hombre anda junto a ella con los brazos maniatados con flores y sus ojos son dos gotas de sangre que gritan ordenes, que desnudan a esa pobre mujer ya de por si desnuda y loca, él la lleva, a pesar de su hastío, como gema única calculada en número de deseos. Van por la vereda, él cogiendole su nalga de manzana, ella, arrastrada del pené de él, tan diminuto y deforme. Sin embargo los dos llevan el orgullo en lo alto de sus frentes

1 comentario:

Muchas gracias por comentar.

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